La facilidad de lo popular permite trivializar conceptos. Cuando una palabra o concepto se repite con frecuencia, rápidamente nos acostumbramos a hablar de lo que no sabemos. Perdemos el miedo o la vergüenza y rápidamente empezamos a opinar, hablar y sugerir sobre temas complejos. Eso está pasando con la Inteligencia Artificial.
La masificación de todas las tecnologías digitales es producto de las redes de telecomunicaciones, todas ellas. Cada generación de redes de telecomunicaciones permitió un momento de innovación que se ha vuelto constante, que empoderó a ciudadanos, empresas y gobiernos; creó nuevos modelos de negocio y globalizó los mercados.
La innovación es una externalidad inevitable en una sociedad conectada. Nunca en la historia de nuestra sociedad se ha creado un entorno de innovación permanente como el que hemos creado. Ciertamente, esta condición creó una nueva sociedad con muchos ganadores: las personas conectadas al mundo digital, habilitando su economía y sus derechos humanos, aunque también hay ganadores extremos.
En los últimos 20 años hemos podido ver entre las empresas más valiosas del mundo, primero las empresas de telecomunicaciones. Iniciaron el proceso de masificación de la conectividad, es decir, la puerta a la sociedad digital. En 2014, Apple, Google y Microsoft estaban en los primeros 5 lugares y este 2024, Microsoft, Apple, Nvidia, Amazon, Meta y TSMC ocuparon los primeros lugares.
El proceso es fácil de ver, primero despliegue de conectividad, luego masificación de tecnologías y plataformas digitales, y finalmente empresas que empiezan a ser, no innovadoras, sino disruptivas. Me refiero a empresas que, con su tecnología, tienen la capacidad de modificar abruptamente la economía, el derecho y la cultura.
A la lista de nuevos participantes se suman Nvidia (diseñadora de semiconductores) y TSMS (maquiladora de semiconductores de Taiwán). ¿La razón? Son parte del motor fundamental que habilita y crea la Inteligencia Artificial. La guerra de la IA es la guerra por su facilitador más poderoso: los semiconductores.
La Chip Act, que el presidente Biden aprobó a principios de 2023, entró en vigor y asignó más de 8.000 millones de dólares a Intel. La poderosa e histórica compañía fundada por Gordon Moore (La Ley de Moore) abrirá 2 fábricas de procesadores en Arizona, creará más de 30.000 puestos de trabajo y pondrá su capacidad de producción al servicio de sus competidores de la mano de Intel Foundry.
La secretaria de Economía, Gina Raymondo, anunció un acuerdo preliminar de 6.600 millones de dólares con TSMC. “La inversión ayudará a traer la tecnología de semiconductores más avanzada del mundo a los Estados Unidos y a construir una tercera fábrica en Arizona”.
Al mismo tiempo, el Departamento de Estado de Estados Unidos anunció que se asociará con el Gobierno de México para hacer crecer y diversificar el ecosistema global de semiconductores bajo el Fondo Internacional de Innovación y Seguridad Tecnológica, creado por la Ley CHIPS. Estados Unidos quiere ser la potencia geopolítica en la fabricación de chips.
El objetivo, tal como lo ve Intel (IntelVision 2024), es la IA en todas partes: en las computadoras portátiles, en el borde y en la nube, es decir, inteligencia artificial para todos y para todo: los humanos y las cosas.
La Inteligencia Artificial no llegará poco a poco, sino que ya ha llegado de forma inmediata e inevitable. Esto implica su aplicación inmediata en salud, análisis de imágenes, seguridad, industria, educación, cadenas productivas, investigación, gestión pública, etc. La ola tecnológica (Mustafa Suleyman) viene acompañada de una imparable capacidad de impactar otras tecnologías y casi toda la acción humana. Esa capacidad está habilitada por los semiconductores (Chris Miller).
Los esfuerzos de Europa en este tema han sido regular de inmediato el ecosistema digital, pero nadie piensa que la mejor regulación sea la “política pública”. Si no existe, el efecto será la marginación digital de los ciudadanos y la falta de competitividad de las economías nacionales.
Autor: Jorge Fernando Negrete P. – Presidente en Política y Derecho Digital
Fuente de la nota: https://www.cc-latam.org/the-era-of-disruption